La directora Claudia Llosa, recientemente ganadora del Oso de Oro de Berlín por su película «La teta asustada», aspira a ser reconocida por su origen peruano, pero también por la habilidad de relatar historias universales que conmuevan por su carácter humano.
En una entrevista con Efe, Llosa dijo estar convencida de que existen historias «muy hermosas» que pueden relacionarse con la sociedad peruana sin ocurrir en Perú.
«Me gustaría -indicó- ser reconocida como directora peruana, pero no necesariamente que mi cine retrate siempre historias peruanas».
La cineasta, que reside en Barcelona desde hace varios años, subrayó su profundo interés por la cultura ancestral andina, un tema que le seduce y que retrata en los dos largometrajes que ha completado hasta ahora.
«Es una temática que me interesa muchísimo, así como la idea del padre y de la madre, que está presente en 'Madeinusa' (su debut en 2006). Me interesa la idea del destino casi mitológico», explicó, aunque precisó que es muy posible que sus próximos trabajos la lleven a explorar otros asuntos.
Sobre «La teta asustada», la directora destacó que su interés principal fue señalar la carga emocional de un pueblo que, como el peruano, «continúa sufriendo» por las heridas de episodios tan crueles como el terrorismo de Sendero Luminoso, que tuvo su época álgida entre los años ochenta y noventa del siglo pasado.
Sin embargo, la historia de la protagonista, Fausta, una joven que hereda los temores de su madre y que intenta darle un entierro digno en medio de su drama personal, no busca culpables, indicó.
«La teta asustada» denuncia, en cambio, «esa característica perpetua del dolor cuando no se mira con la debida importancia, cuando la víctima no logra hacer el luto necesario», agregó.
El nombre de la película hace referencia a un síndrome real, presente en la cultura oral peruana, que asegura que las madres transmiten sus temores a los hijos mediante la leche materna.
Pero Llosa también apela a elementos ficticios con los que da un tono simbólico a la historia.
La protagonista lleva, a modo de escudo contra su miedo a ser violada, una patata introducida en la vagina, una idea planteada en el plano de la ficción y que se relaciona en parte con el significado que en Perú se da a la papa como símbolo de la tierra y de las raíces ancestrales.
«La imagen de una joven introduciéndose una papa en la vagina no sólo habla de los límites a los que puede llegar el ser humano para sobrevivir y cuidar su dignidad, sino también de esa herida que, aunque la escondamos, siempre va a encontrar una manera de evidenciarse», señaló.
«Retrata cómo el ser humano, para poder sobrevivir, crea mecanismos de defensa que finalmente le hacen mayor daño», añadió.
La directora tampoco apela a la compasión para hablar de la memoria colectiva de su Perú natal pues, como indicó, «la película, a pesar de mostrar una parte difícil de la realidad peruana, también muestra su capacidad de tener fortaleza y celebrar la vida».
Si bien se considera una «privilegiada» por no haber sufrido de manera directa los años del terrorismo en Perú, esa época también creó un gran impacto en su vida de adolescente, dijo la realizadora, que destacó cómo el cine es un espacio de gran alcance para hablar a escala social de un tema que, si bien se ha discutido, ha llegado poco a la gente y «no está presente en el imaginario colectivo».
El uso de la lengua quechua en la película es una manera de rescatar la oralidad que caracteriza a la cultura peruana y de retratar la importancia «que tiene para este pueblo su inconsciente, su mitología», indicó.
«Es la única manera que encuentran de hablar de lo que les duele», agregó.
Para Llosa, relacionar el idioma indígena, aún hablado por la mayoría de la gente en Perú, con la música, a la que otorga gran importancia en sus relatos visuales, es una forma de explicar al mundo «esa capacidad de expresarse mediante el arte», con una sonoridad que, como la de la música, «va directo al corazón».
Fuente: EFE - ModeloDePortada.COM